El sentido de la identidad es la fuerza motriz más poderosa. Explica quién soy, moldea mis acciones y da sentido a mi vida.
La presión social y profesional —las expectativas y las comparaciones de otros—, me empujan a adoptar múltiples máscaras ocultando así mi esencia más profunda; lo que supone un riesgo enorme: terminar extraviado, incluso alienado, por caminos que nunca quisiera recorrer.
Todo cambia cuando uno vive desde un sentido sano de identidad. Tres poderes interiores despiertan:
1. El poder transformador de la autoaceptación
La autoaceptación es un catalizador: desencadena una energía transformadora. No se trata de autocomplacencia, sino del reconocimiento honesto de mis áreas de mejora y fortaleza; un proceso de autorreflexión y autodescubrimiento que enriquece el sentido de mi identidad.
Es el caso de Lucía, una mujer que durante años se sintió atrapada en un trabajo que no le apasionaba. A pesar de tener éxito en su carrera y recibir todo tipo de elogios, Lucía se sentía vacía; su trabajo no reflejaba sus verdaderos intereses y pasiones.
Al fin, Lucía decidió afrontar los temores. Reconoció que estaba entregando la vida a un trabajo que apenas le ofrecía sentido. Entonces, empezó a explorar los valores que centraban su vida. En ese camino, descubrió un interés profundo por la fotografía y el arte.
Aunque temía las reacciones de la familia y de los amigos, Lucía tomó una decesión valiente: cambiar de carrera y dedicarse a la fotografía. A medida que se sumergía en su pasión, experimentó cómo florecía su identidad. Aunque enfrentó desafíos y críticas, el reconocimiento de su voz interior le dio la fuerza necesaria para perseverar.
Ahora, Lucía tiene una carrera fotográfica brillante y, lo más importante: un sentido más auténtico y hondo de sí misma.
2. El poder de las conexiones auténticas
La identidad también desempeña un papel crucial en la formación de conexiones genuinas con los demás. Porque, si soy fiel a mí mismo, entonces puedo crear relaciones honestas: la gente, cuando trata conmigo, descubre quien soy, sabe que mi palabra es honorable —hago lo que digo, y digo lo que hago—; la clave para crear una plataforma vigorosa de relaciones, intercambio de ideas y experiencias.
Lo vemos en Javier, un joven emprendedor que decide iniciar su propia empresa de tecnología. Desde el principio, él se compromete con una visión centrada en la transparencia y la ética en los negocios; valores que forman parte de su identidad personal.
En una conferencia del sector, Javier conoce a Marta, una ejecutiva senior de una firma de inversión. Durante la conversación, Javier no oculta los desafíos que ha enfrentado y comparte abiertamente las metas y aspiraciones de su incipiente empresa. Marta, impresionada por la honestidad y la integridad de Javier, ve más allá de la típica conversación de negocios y percibe una conexión real. Ambos caen en la cuenta de los valores fundamentales que comparten en términos de ética empresarial y responsabilidad social.
La identidad de Javier como emprendedor honesto y comprometido crea una base sólida para la confianza mutua. Con el tiempo, Javier y Marta no solo establecen una asociación comercial exitosa, sino que también construyen una amistad sólida y duradera.
3. El poder de la creatividad y la innovación
Las mentes creativas y visionarias a menudo se forjan gracias a la combinación única de experiencias y perspectivas. Está claro, si permito que los miembros de mi equipo se sientan libres para expresar sus ideas, facilitaré el caldo de cultivo para la creatividad. Por lo tanto, extraer recursos de la propia identidad implica desatar una fuerza tractora capaz de crear soluciones más allá de lo convencional.
Supongamos que eres el líder de un equipo de investigación en una empresa de biotecnología. Tu equipo está trabajando en el desarrollo de nuevos medicamentos para abordar una enfermedad específica. El proyecto no avanza. Entonces decides tomar una iniciativa que altera los procedimientos establecidos: fomentar la diversidad de experiencias y perspectivas para impulsar la creatividad.
En una de las reuniones con el equipo, animas a todos a compartir ideas. Dos de los investigadores más discretos e introvertidos, manifestaron su opinión. Uno, con antecedentes en la investigación genética sugiere explorar terapias mutantes para abordar dicha enfermedad. Otro miembro del equipo con experiencia en la industria farmacéutica propone incorporar nanotecnología para vehiculizar la entrega de los principios activos.
Las aportaciones se muestran relevantes. El equipo comienza el desarrollo de un medicamento que utiliza terapia génica y nanotecnología para ofrecer un tratamiento altamente específico y efectivo para la enfermedad. Esta combinación única de enfoques se convierte en un avance significativo, proporcionando una solución precisa y menos invasiva.
Conclusión
El sentido de identidad es el cimiento primario sobre el que se edifica la propia vida: los valores, las creencias y mi papel en el mundo. Porque, cuando al fin sé quién soy, las compuertas de mi potencial se vencen, y un torrente vigoroso atraviesa las dificultades. Soy yo mismo.