Acaba con las expresiones insípidas, vacías, sin interés.
Una frase o una palabra estereotipada lo es porque está manida, deteriorada por el uso y, por lo tanto, resulta vulgar y carente de significado.
Los líderes de opinión —políticos, celebrities, periodistas...— las difunden repitiéndolas sin variación o empleándolas como meras formulaciones, y el personal las hace suyas indiscriminadamente, como si fueran talismanes. Así, en vez de atender a algo nuevo e inesperado, escuchamos tantas y tantas intervenciones aburridas, idiotizadas y vacías de sentido. Es la exaltación de lo obvio, de lo irrelevante.
Por ejemplo, la expresión «sin ánimo de ser exhaustivo» es una expresión estereotipada a evitar. En su lugar, por ejemplo, diríamos: «Aquí tenéis una muestra por categorías»; menos pedante y más cercano. Y si nos animáramos a ser originales, diríamos algo parecido a esto: «Los enemigos del significado de las cosas acechan, agazapados. Son legión; grises y oscuros. ¿Su nombre?: "estereotipos"». Al menos, suena divertido. Pues bien, aquí tenemos algunos estereotipos más:
Algunos que están en tendencia:
«Como no podía ser de otra forma...».
«Lo importante es la batalla del relato».
«Quiero poner en valor...».
«El virus no entiende de fronteras».
Luego están los estereotipos hiperbólicos, exagerados, cualquier cosa puede ser extraordinaria, por ejemplo:
«Este acuerdo "X" es histórico».
«Este detergente es revolucionario».
Otra categoría muy extendida es la de los estereotipos voluntariosos:
«Estamos trabajando intensamente».
«Haremos que nadie se quede atrás».
«Hay que hacerlo sí o sí».
«Aquí, todo el mundo cabe».
«Vamos a arrimar el hombro».
Y el muy extendido: «Hace falta el concurso de todos y todas».
Luego están los estereotipos distantes y pedantes al máximo:
«Vamos a vehiculizar los fondos necesarios para...».
«Deseamos trasladar nuestra solidaridad a...».
«Vamos a pulsar el estado de la calle».
«Permitámonos buscar ese común denominador».
También se dan los estereotipos por sectores, por ejemplo, el sanitario:
«Vamos a habilitar un modelo alternativo de cuidados integrales».
«Los pacientes no deben prolongar su tránsito por el sistema sanitario».
Los conectores también llegan a ser estereotipos, como estos:
«Lo que también se pone de manifiesto...».
«Efectivamente...».
«Vuelvo a insistir...».
Y por último, veamos algunos términos manidos varios:
«Paquete de medidas».
«Mesa de negociación».
«Desescalada».
«Empoderar».
Y, por supuesto, con doble salto mortal: «cómo no podía ser de otra forma»: «sostenibilidad».
La gente, cuando te escucha, espera algo nuevo, algo capaz de captar su atención. Y si no es algo esencialmente nuevo, es nuevo porque ofreces un punto de vista diferente, porque les haces pensar.
Para ello hay que sanar el lenguaje de expresiones insulsas, sin gracia, sin interés. ¡¡Mandemos a la basura esas palabras autocomplacientes, presuntuosas!! Activemos nuestra mente, seamos conscientes de lo que hablamos y de lo que escuchamos. En fin, hagamos un esfuerzo genuino por conectar y ser convincentes.