«¡Tienes que verla! ¡Tienes que verla!», repetía mi hijo, incansable. Y al fin, la vi. Es la historia de un joven músico por llegar a lo más alto, descrita con una crudeza y una profundidad emocional escalofriantes.
El argumento gira en torno a Andrew Neiman, un joven baterista talentoso que se matricula en una prestigiosa escuela de música en busca de un sueño: convertirse en uno de los grandes de su campo. Sin embargo, pronto se enfrenta a una relación tensa y abusiva con su exigente instructor, Terence Fletcher, quien cree en la idea de que la presión extrema y la humillación son necesarias para lograr la grandeza.
La película habla de dos cuestiones vitales: de un precio a pagar y de una presión a soportar. ¿Qué precio estoy dispuesto a pagar por alcanzar mis objetivos? Más aún: ¿qué precio quiero que pague mi gente por alcanzar mis objetivos?, ¿qué umbral de presión estoy dispuesto a soportar?, ¿cuál es mi límite?
Muchos se rinden a la primera de cambio: «Es que me ha dicho…», «¡Si conocieras a mi jefe…!», «Es que no me siento cómodo…», «Es que no me apetece…», «Es que…». Excusas; nada más que excusas. Para el combate hay que venir llorado de casa. Sin embargo, otras veces el nivel de presión no merece su precio. Entonces, es cuando hay que dejarlo. Pero, para tomar esa decisión, hay que saber distinguir entre guerras y batallas. La guerra hay que ganarla, pero las batallas… no hay que pelearlas todas, necesariamente. Incluso, desde el punto de vista estratégico, podríamos elegir qué batallas librar, el sitio dónde pelearlas o, incluso, decidir perder alguna que otra.
¿Qué precio estoy dispuesto a pagar por alcanzar mis objetivos?
¿Hay que huir de la presión? Depende de mis fuerzas y de mi salud para soportarla o de la dignidad moral para decir: «¡Hasta aquí hemos llegado!». Lazarus y Folkman, en su teoría sobre el estrés (1984) confirman que la presión excesiva puede llevar a una sensación de agotamiento, ansiedad y depresión. Es el caso de nuestro protagonista; la presión y el enfoque implacable en la excelencia musical podría considerarse una forma de estrés «negativo» que lo coloca al borde del colapso físico y emocional. Por el contrario, un estudio con más de 2.000 empleados del Chinese Banking Industry, demuestra que el liderazgo de apoyo y el apoyo de los compañeros de trabajo están asociados positivamente con la resiliencia de los empleados.
La presión puede ser una fuente de motivación para el crecimiento personal, pero cuando se cruza la línea roja hacia el abuso y la degradación, los efectos son devastadores. Es crítico que los líderes adopten un enfoque humano y compasivo, promoviendo un ambiente donde la excelencia se persiga sin sacrificar la integridad y el bienestar de las personas involucradas.
Sea como fuere, es decisivo aprender a recuperarse de la presión y sacar provecho de la información de retorno que proporciona cualquier tipo de «fracaso». De todo esto y de mucho, mucho más… trata Whiplash. Y…, sí, mi hijo tenía razón; si todavía no la has visto, tienes que verla.
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